sábado

Segundo día: Bodenaya - Berducedo

Segundo Día
7/7/2009
Por cierto en el albergue de Bodeyana coincidimos con un polaco que vivía en Valencia, unos ciclistas de Cuenca y Toledo (Talavera de la Reina), un Irlandés, una chica de Sudáfrica...Después de desayunar pan, mermelada y café iniciamos el Camino con un día que amenazaba lluvia. Nos aprovisionamos en un Super en la Espina, pueblo que estaba en fiestas. Pronto empezamos a tomar decisiones. Mientras caminantes y bicis seguían por carretera, nosotros optamos por respetar el Camino. Entramos en una zona donde nos humedecimos entre las hierbas altas, para iniciar un camino rompepiernas lleno de zonas de barro y agua. En los primeros tramos de la mañana no tocamos ningún pueblo, con lo cual fue un acierto haber comprado a primera hora. La incidencia que más nos perjudico fue el barro que bloqueaba los frenos y te obligaba a comprobar su funcionamiento antes de cada bajada. Así llegamos a Tineo e iniciamos una continua subida por un camino difícil. Pasamos por un locar pintoresco, adornado con banderas de la CEE y del PSOE, desde donde se divisaba Tineo, parecía un reducto de milicianos. En la subida nos cruzamos con una pareja de ingleses, sorprendente comunicativos para ser ingleses. Nos contaron que habían partido el dia 1 de Junio de Irún y que iban haciendo el camino con calma, parando en las principales ciudades. Continuamos camino hasta lo alto. En la cima, yo me volví a caer cuando me entruve viendo un montón de ropa en el suelo. En mi imaginación y mareado por el esfuerzo, creía que era ropa de los Peregrinos que después del esfuerzo de la ascensión se desprendían de ella.Nos detuvimos en lo alto a comer, con unas vistas preciosas. Nada más arrancar me di cuenta que el soporte de las alforjas estaba destrozado, menos mal que Fon llevaba bridas.Descendimos por un camino divertido. Antes de llegar a Borres paramos a comer en Casa Herminia. Este momento casi merece un capítulo aparte por lo que significó para muchos. Comimos empanada de atún, sopa de cocido, unos pocos de calamares y carne estofada. De postre arroz con leche y macedonia. Me llamó la atención que la señora te configuraba un menú a su gusto sin opción, así a cada comensal. Recuerdo comentar con Fon lo alucinante que era encontrar en un sitio como ese una persona con tanta vocación comercial. Lo que a esa hora eran alabanzas a última hora de la tarde eran ganas de matarla.
Arrancamos con cierto retraso, pero sobre todo con la incertidumbre de lo que nos quedaba por delante, sobre todo con los incidentes del día anterior.Cuando llegamos a la intersección con la Ruta de los Hospitales, tomamos la decisión que deseabamos. Herminia nos había dicho que eran unos pocos metros de ascensión con unas vistas preciosas. Decir que esta Ruta prácticamente está en desuso, pero gracias a Herminia se esta recuperando.Lo que ocurrió de aquí en adelante hasta el final del día es difícil de describir.
Iniciamos unos primeros tramos de subidas y bajadas, hasta llegar a un punto donde iniciamos una continua subida que no tenías certeza de donde iba acabar. Poco a poco nos fuimos alejando de cualquier murmullo de vida humana, para adentrarnos en paraje sólo habitado por ganado salvaje. Subimos calculo que 3 horas de forma continua, parando varias veces a comer y siempre con unas nubes que amenazaban lluvia. Subida tras subida por un trazado épico por donde nunca imaginé que podría subir pujando por una bici. Cuando creíamos haber llegado al objetivo, los Hospitales, nos felicitamos por el éxito, fotos, videos, risas... lo peor es cuando levantamos la mirada y empezamos a buscar por donde se continuaba. La única opción posible era subir unas rampas de piedras sueltas, bestiales... Ni el mejor guión de una película hubiera estado más logrado. De ahí a la cima fue avanzar 5 metros y descansar, avanzar y descansar... con momentos de duda con una única conclusión: sólo podíamos seguir. Estaba exhausto y seguía proucupado por el cielo que amenazaba lluvia. En la cima encontramos el esqueleto de un caballo. Fueron momentos de soledad en los que cada uno recurrío a lo que pudo para no bajar los brazos. Fon con los cascos puestos cantaba como un loco. Desde ahí continuamos por las laderas de la montaña por un camino marcado con estacas de madera pintadas de amarillo. No quiero imaginarme coronar el alto y que te sorprenda la niebla, pues apenas la única referencia que tienes en la distancia es la próxima estaca. En leve descenso llegamos hasta el Alto del Palo a 1.105 metros. Que gran alegría pues yo no tenía la certeza de si con la ruta que elegimos salvábamos este alto. Lo que era alegría pronto se convirtío en nueva adversidad. El descenso era de todo menos un camino. Pues bajabas por un camino de piedra medio sentado, con el freno clavado y resbalando con cuidado de que el peso de las alforjas no te girase la bici y te arrastrase en caida. Fue tan largo el descenso que se te dormían las manos de tanto frenar. Terrible. Así llegamos a una nueva fase del camino, la cual recordé no nos habián recomendado, pues el camino se interrumpia con verjas que los lugareñas ponían para el ganado. Nuevos obstáculos que se repetirián. Pedaleamos y pedaleamos con ganas de encontrar algo que nos dijese donde estabamos y a cuanto del próximo albergue. Creo que nunca me alegré tanto de encontrar un cementerio, si había muertos había vivos. Antes nos habíamos encontrado con un grupo de 4 chicos y 1 chica extranjeros que tenían pensado dormir a la entemperie, acojonante pues la noche prometía fria.A esa hora ya íbamos enrabietados, deborando metros, con lo cual los últimos kilómetros los hicimos como balas.Llegamos al albergue y estaba a tope. Fuimos al bar de la persona que lo regentaba y sin mucho entusiasmo sólo nos adelantó los problemas que tendríamos para dormir. Algo me decía que allí los peregrinos non eran bien recibidos. Cuando salíamos del bar se nos acercó un chico (uno de los Heroes del Camino) que nos comentó que el se iba a quedar en una casa de turismo rural cercana, donde les dejaban dormir en el suelo por un módico precio. Alli nos fuimos y preguntamos por la dueña. Apereció otra figura del Camino: la Aprovechada. Nos quiso convencer que la única opción que teníamos era dormir en una habitación que tenía libre y pagarle 15 euros cada uno. Lo cojonudo es que no nos ponía ni las sábanas. Yo empecé a vacilar con que por lo menos nos daría la cena. Apareció el marido, al que había visto el bar y que no dijera ni "mu". Algo no me gustaba de aquella encerrona. Con sigilo y disimulo regresamos al albergue, donde encontramos sitio en el suelo de la cocina.Conocimos a una pareja de Canarias que también había sido víctima de Herminia. Estaban cabreadísimos.Nos duchamos y salimos a cenar. Sólo pudimos tomar un poco de leche. En este pueblo los Peregrinos no eran bien recibidos.Me costo dormir. Entre el suelo y el dolor de piernas no encontraba la postura idónea. Encima del albergue vivían unos niños que no dejaron de montar bulla no se hasta que hora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario